sábado, 21 de julio de 2012

Dos condiciones humanas.



El objetivo de la maldad es hacer daño, la locura carece de objetivos. Es por eso que cuando se combina la maldad con locura lo único que nos queda es esperar por un poco de suerte para que en nuestro camino esos ojos malditos no se posen sobre nuestra alma. Me preguntan ¿Por qué no respeto las reglas? Respondo que primero necesito saber quién las hizo, si un loco o un malvado. Miren las consecuencias de quienes siguieron los designios de un Hitler, un Stalin, un Pinochet o un Bush. La mayoría de nosotros guardan en su interior un autocontrol que nos permite crear una familia y amarla. 
Si no existieran constituciones y leyes nuestra sociedad no sería caótica porque la cibernética impide que las cosas se salgan de control, el punto de equilibrio entre la energía que sale y entra del sistema lo mantiene funcionando en constante autorregulación. Es cierto que existen personas que su tren de pensamiento descarrila hacia rincones obscuros y atentan en actos cobardes, terroríficos contra personas inocentes, sin embargo, la naturaleza sin querer también comete estos actos de locura en forma de tsunamis y terremotos. 
La locura carece de lógica. Un psicólogo que diga que tiene la explicación a la locura y que la puede clasificar en manuales de diagnóstico rigurosísimos (véase DSM IV) simplemente no entiende bien lo que es la psicología. 

La maldad existe y es calculadora, inteligente, exitosa. Logra que los demás sucumban al miedo de morir si no obedece “órdenes”. Esas órdenes son el camino hacia la autodestrucción, al final, la paradoja es mueres si lo haces y mueres si no lo haces. La maldad crea estructuras de poder a las cuáles acceder cuando quiere desatar su veneno. ¿Qué busca conseguir? El desequilibrio del sistema para que la destrucción le de una cicatriz con su nombre en las páginas de la historia, busca esencialmente la inmortalidad. 
Entonces pongámonos de acuerdo en no seguir las reglas y órdenes de nadie, solo las propias fruto de la reflexión cibernética. Eso significa vivir sabiendo que nuestros actos tienen consecuencia y nada queda impune. ¿O acaso alguien conoce de algún dictador que no haya muerto y siga viviendo eternamente? 
A los ricos y poderosos les encantaría poder desafiar las reglas de la cibernética, esto es, que sus actos como el de asesinar o robar no tuvieran absolutamente ninguna consecuencia y nadie les dijera nada, que no los juzgaran ni los expusieran por la televisión. 
Aunque cabe decir que en México da la impresión de que somos el único país donde la impunidad es posible creo que no es así. Es cierto que nuestro pueblo ha tocado en la entropía cero y por eso sus movimientos sociales se disipan en el poco tiempo entre una elección presidencial y la calificación de la elección. Eso se debe a que en el inconsciente colectivo (yo le llamo inconsciente isomorfo) todavía está fresca la matanza del 68, esto es, para el inconsciente lo primero es preservar la vida, por lo que éste relaciona el manifestarse y ejercer su derecho con perder el tesoro más preciado e irreparable que es dicha vida orgánica. De esta forma prefiere aguantar antes que buscar el cambio y vivir mejor, esto es, mejor intentar sobrevivir. 
Y es así como se pierden generaciones completas en manos de gente vil, perversa, tirana. Por eso, para mí, las reglas no se hicieron para romperse por qué simplemente no existen.

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