domingo, 26 de enero de 2014

BREVE HISTORIA DE MIS TROPOFOTOGRAFÍAS



by Cristian Ramo

Al decir mis fotografías, estoy hablando de mi tiempo… La imagen bidimensional nos impide entender el cuerpo arquitectónico, sin embargo, la retórica es el medio que utilizo para reflexionar sobre cada aspecto que se relaciona con la realidad, la materia, el cambio y la pauta que nos conecta con todo. Después de doce años de investigación sobre la mente, el espacio y el contexto arquitectónico, viajando con mi cámara por las mil mesetas de nuestras ciudades, quiero recrear un espacio fotográfico y de pensamiento para reflexionar sobre la arquitectura y la fotografía. La abstracción a la que llego con estas fotografías endoscópicas me permite depositar en la imagen de un edifico mi pensamiento en diálogo con los arquitectos que idearon los espacios, proyectar una poética del espacio y de mi espacio interior. 

La fotografía como la arquitectura hace conceptos y se hace de conceptos.  Estos son algunos que empañan mi lente. La tropofotografía se vale de recursos retóricos para describir una realidad que se nos escapa con la mirada retinal. En la sinécdoque utilizo el detalle para representar ese  caos espacial y temporal de nuestra cultura urbana. La metáfora es el medio de transporte de significados complejos, me permite almacenar toda una cosmovisión en algo tan pequeño como una imagen, un aforismo fotográfico..

El ojo humano posee un defecto imposible de curar, el escotoma es el punto ciego que se forma en la parte de la retina donde nace el nervio óptico, sin embargo, nunca notamos esa mancha en nuestra visión. La mente humana también posee esa desventaja, no ve lo que no ve. En la práctica, esto nos impide comprender algo que no conocemos pero que sí vemos. En el caso de la arquitectura contemporánea, en nuestros viajes turísticos vamos a las ciudades que nos parecen bellas e interesantes para capturar imágenes de las obras arquitectónicas que le dan identidad a las ciudades. Si vemos la imagen de la Torre Eiffel inmediatamente pensamos en París, la parte por el todo, la sinécdoque. Yo he fotografiado fragmentos ocultos de esta y otras muchas ciudades en su claroscuro, edificios en construcción que serán iconos urbanos, detalles de la textura de  una fachada que nos acerca a una mirada háptica. La arquitectura y la fotografía nos pueden transportar hacia vivencias inesperadas, emociones y experiencias que nos perdemos en el transcurrir veloz de nuestras vidas.

En esta exposición les propongo un encaminamiento para entrar en un antiguo Palacio en proceso de curación que he documentado con mi cámara y en el recorrido elíptico de sus patios descubrir las imágenes de los nuevos cuerpos de la arquitectura mundial, las catedrales de nuestra cultura contemporánea, lugares de meditación y reflexión., lugares para transitar o simplemente mirar.  Este es mi museo imaginario, excéntrico como el Atlas de Aby Warburg , cargado de memoria y de vivencias. La imagen de mis fotografías nos pone frente a frente con nuestra memoria colectiva, con nuestra experiencia como ciudadanos consumidores de arquitectura, nuestros deseos de habitar y de vivir con plenitud, y principalmente nos mueve al pensamiento y a hacer algo. Al volver a entrar en un edificio, un museo, un lugar de trabajo, nuestra casa, los veremos de forma distinta y aprenderemos algo sobre el habitar.

La tesis de mi libro “La última revolución mental” parte de la teoría del cambio y de la entropía. El cuerpo humano es una metáfora que hace referencia a la suma de los seres vivos que lo componen. Así, un edificio se convierte en un cuerpo viviente en el momento en que nosotros, seres vivos, habitamos u ocupamos ese cuerpo. La arquitectura está viva y en proceso de cambio constante, pero también puede enfermar y su muerte es el resultado de la entropía que reina en el universo. Sin embargo ese cuerpo puede ser curado y transformado a través de la simbiosis entre lo antiguo y lo nuevo. A simple vista todo sigue igual pero ya todo es diferente. Al menos, por un tiempo más el demonio de Maxwell ha triunfado.

Todo en el mundo es Agon, todo emerge del Agon. Los grandes proyectos arquitectónicos se ven envueltos en una gran tormenta de opiniones que se oponen a su realización. Cuando el proyecto resulta vencedor empieza un arduo proceso que dará a luz al edifico, es como ver la gestación del feto al exterior del vientre materno. Sin tensión no hay construcción, estas tensiones las apreciamos en la mirada microscópica de mis fotografías. Una vez construido el edificio jamás volveremos a ver los rastros de lo que fue su construcción a menos que las imágenes guarden la memoria de ese hecho a manera de radiografía o ultrasonido. 

El cuerpo arquitectónico una vez erigido comienza su pathos o sufrimiento, en su interior ya posee lo que podríamos llamar metabolismo, un proceso que regulará el cambio en su estructura a través de la destrucción (catabolismo) y construcción o mantenimiento (anabolismo). Todo dependerá de su forma, de los materiales en su construcción, el uso que le demos y los acontecimientos naturales. Además es en este momento que el edificio adquiere su lenguaje, el logos nos comunica su intención y su coherencia. Poner en imágenes este proceso y sus afectos.

Mostrar el territorio urbano en vertiginoso proceso de transformación, el devenir constante de nuestras ciudades desde la pausa del instante fotográfico. El efecto Guggenheim se explica por la anagnorisis, la formación de su identidad se transpola hacia su contexto, es así cómo el edificio pone en el mapa de la cultura mundial a la ciudad , pero su efecto es más perturbador que armónico, las personas van a rendirle pleitesía más por miedo que por admiración. ¿Por qué mucha gente no entra en este edificio genial? El turista  y el paseante distraido, todos lo hemos sido en algún momento, no ve o no quiere ver la arquitectura de las ciudades que pueden ser perturbadoras como nuestra ciudad. Por otro lado, la imagen de algo tan extraño para nuestra vista resulta en la movilización de nuestras emociones, intentamos explicar pero terminamos sucumbiendo a la contemplación. Mis fotografías de las que ya he hecho mis arquitecturas de mis arquitectos, nos posicionan a mirar desde la otredad, tomándonos el tiempo que no podemos en nuestros recorridos urbanos.

Hemos sido testigos del acontecimiento arquitectónico más imponente de la era moderna, el Sparagmos o gran destrucción, por primera vez en la historia y también a través de la imagen fotográfica del 11-S, todos hemos podido compartir la sensación de sobrecogimiento y desgarro,  las torres gemelas como alegoría de la arquitectura moderna cayeron y el símbolo que representó dejó una huella tan profunda en nuestra visión que todo lo que observamos pasa por el filtro desenfocado de esa experiencia. Las reflexiones de los arquitectos-pensadores como Liebeskind o Koolhaas sobre este acontecimiento transformador de nuestra cultura han marcado mi trabajo visual, también en el proceso de reconstrucción-curación de la arquitectura contemporánea. Rem Koolhaas dijo “Fuck the context”, paradójicamente sus palabras fueron sacadas de contexto, ese insulto necesario a todos nosotros consumidores de arquitectura, nos invitaba a liberarnos de las ideas inquisidoras que nos impiden edificar los espacios isotrópicos,  transformar los recintos enfermos desde un nuevo paradigma, inventar, hacer y construir cada uno con sus instrumentos, con sus cuerpos.